Lío Messi participó uno minutos y anotó un tanto en la goleada del Barcelona sobre el Deportivo La Coruña.
Trece días, trece, sin fútbol ha sido un suplicio intolerable. Las selecciones nacionales son un atraso que pagamos los de siempre como todo lo público. Si los Estados quieren jugar a fútbol, que se lo paguen, y que dejen de robar -también en esto- a las empresas privadas.
Lo primero lo hizo el Barça, en el minuto 7, cuando Neymar remató al larguero un preciso centro de Rafinha. Brillante jugada, en la que tuvo un especial y silencioso mérito Rakitic, que arrastró al marcador de Ney para que el brasileño pudiera rematar libre de marca.
El público demagogo de la tarde casi llenaba el estadio. Se precipitaban los de Luis Enrique en sus salidas, perdiendo balones absurdos. El partido tendía a estirarse y al Barça le faltaba control. Dominio improductivo, pero dominio.Cánticos de euforia de vino de mesa en la grada
Trece días, trece, sin fútbol ha sido un suplicio intolerable. Las selecciones nacionales son un atraso que pagamos los de siempre como todo lo público. Si los Estados quieren jugar a fútbol, que se lo paguen, y que dejen de robar -también en esto- a las empresas privadas.
— Ptc Recargado Rating (@PtcRecargado) 15 de octubre de 2016Lenta la sobremesa caía sobre el mantel del Camp Nou cuando dio comienzo el partido. Soleada tarde otoñal en Barcelona, donde ya por cierto ha llegado la trufa blanca.
Lo primero lo hizo el Barça, en el minuto 7, cuando Neymar remató al larguero un preciso centro de Rafinha. Brillante jugada, en la que tuvo un especial y silencioso mérito Rakitic, que arrastró al marcador de Ney para que el brasileño pudiera rematar libre de marca.
El público demagogo de la tarde casi llenaba el estadio. Se precipitaban los de Luis Enrique en sus salidas, perdiendo balones absurdos. El partido tendía a estirarse y al Barça le faltaba control. Dominio improductivo, pero dominio.Cánticos de euforia de vino de mesa en la grada
Rafinha en el minuto 20 aprovechó las virtudes de la tarde por encima de sus vulgaridades, recuperó una pelota en el borde del área, hizo una pared con Suárez, y al regresarle la chutó para clavarla al fondo de la portería de Lux, que la tocó antes de que entrara.
El Barça ha perdido finura pero tiene las ideas claras. La presión defensiva le permite recuperaciones interesantes, pero las imprecisiones en el último tercio del campo -con un Neymar especialmente espeso- le restan rendimiento y hacen que en muchos partidos sufra más de lo que tendría que sufrir un equipo de su calidad.
Ayer la poca delicadeza afectaba también a las transiciones; y la presión del Dépor, sin ser gran cosa, lograba neutralizar las patosas construcciones de los azulgrana. Pero la superioridad era tan extraordinaria que hasta de rebote marcamos: delicioso centro de Ney en el 36, que remató de cabeza Piqué contra Lux, para que el rechace lo aprovechara Rafinha en el área pequeña y consiguiera el 0 a 2. El chico lleva cuatro goles en esta Liga. ¿Y saben cuántas veces ha rematado a puerta en estos ocho partidos? Cuatro. Cuatro de cuarto. La gente así me encanta.
En el 43, Suárez hizo un movimiento realmente meritorio, al recibir de espaldas a la portería, y en la mitad del área, una asistencia de Neymar, y giró sobre sí mismo para marcar el 0 a 3. Un minuto más tarde, mandó un potente disparo al palo derecho de la portería de Lux y sin mucho más que reportar llegamos al descanso.
La segunda parte empezó con el Dépor que parecía darlo todo por perdido, y el Barcelona adormeciendo el partido como una madre entre sus brazos. Messi se preparaba para entrar y el Camp Nou enloquecía de júbilo. Busquets fue el sustituido.
Entró Messi para recordarnos que él es el ángel de todos nuestros sueños y para volvernos a iluminar el fútbol. Neymar le filtró una asistencia de todos los tiempos entre cuatro jugadores del Dépor y el mejor jugador de fútbol de la Historia pisó el área pequeña, encaró la portería y de un solo toque coló el balón por la escuadra.
Laure en el 65 vio la roja directa por un codazo en la cara de Neymar. El codazo existió, y también la escenificación del brasileño. En la repetición no pareció que Laure tuviera la intención de hacer daño, sino que más bien intentaba ganar la posición ayudándose de los brazos. Con la amarilla bastaba.
Messi regaló en los minutos siguientes tres asistencias mágicas. La primera la controló bellamente Digne y la desperdició Arda. Ninguna acabó en gol pero las tres tuvieron la gracia que sólo puede darles el Elegido. Y eso el día de su regreso, tras tres semanas inactivo.
Messi vio una tarjeta amarilla por hacerle un comentario al árbitro, en algo que me recordó tanto a mi infancia como la cara que puso Messi/yo de sorprendido. No es ninguna novedad que los que hemos venido a este mundo a hacer algo seamos unos incomprendidos.
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El Barça ha perdido finura pero tiene las ideas claras. La presión defensiva le permite recuperaciones interesantes, pero las imprecisiones en el último tercio del campo -con un Neymar especialmente espeso- le restan rendimiento y hacen que en muchos partidos sufra más de lo que tendría que sufrir un equipo de su calidad.
Ayer la poca delicadeza afectaba también a las transiciones; y la presión del Dépor, sin ser gran cosa, lograba neutralizar las patosas construcciones de los azulgrana. Pero la superioridad era tan extraordinaria que hasta de rebote marcamos: delicioso centro de Ney en el 36, que remató de cabeza Piqué contra Lux, para que el rechace lo aprovechara Rafinha en el área pequeña y consiguiera el 0 a 2. El chico lleva cuatro goles en esta Liga. ¿Y saben cuántas veces ha rematado a puerta en estos ocho partidos? Cuatro. Cuatro de cuarto. La gente así me encanta.
En el 43, Suárez hizo un movimiento realmente meritorio, al recibir de espaldas a la portería, y en la mitad del área, una asistencia de Neymar, y giró sobre sí mismo para marcar el 0 a 3. Un minuto más tarde, mandó un potente disparo al palo derecho de la portería de Lux y sin mucho más que reportar llegamos al descanso.
La segunda parte empezó con el Dépor que parecía darlo todo por perdido, y el Barcelona adormeciendo el partido como una madre entre sus brazos. Messi se preparaba para entrar y el Camp Nou enloquecía de júbilo. Busquets fue el sustituido.
Entró Messi para recordarnos que él es el ángel de todos nuestros sueños y para volvernos a iluminar el fútbol. Neymar le filtró una asistencia de todos los tiempos entre cuatro jugadores del Dépor y el mejor jugador de fútbol de la Historia pisó el área pequeña, encaró la portería y de un solo toque coló el balón por la escuadra.
Laure en el 65 vio la roja directa por un codazo en la cara de Neymar. El codazo existió, y también la escenificación del brasileño. En la repetición no pareció que Laure tuviera la intención de hacer daño, sino que más bien intentaba ganar la posición ayudándose de los brazos. Con la amarilla bastaba.
Messi regaló en los minutos siguientes tres asistencias mágicas. La primera la controló bellamente Digne y la desperdició Arda. Ninguna acabó en gol pero las tres tuvieron la gracia que sólo puede darles el Elegido. Y eso el día de su regreso, tras tres semanas inactivo.
Messi vio una tarjeta amarilla por hacerle un comentario al árbitro, en algo que me recordó tanto a mi infancia como la cara que puso Messi/yo de sorprendido. No es ninguna novedad que los que hemos venido a este mundo a hacer algo seamos unos incomprendidos.
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